01 Septiembre 2019 03:50:00
La Biblioteca Nacional de México
Amigos, quiero compartirles que este jueves tuve la oportunidad de participar en una mesa redonda en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Revisamos algunos aspectos de legislación en materia de bibliotecas, teniendo como punto de partida la Ley General de Bibliotecas vigente, y señalo “algunos aspectos de legislación” porque este es un tema que aparentemente podría estar resuelto con el ordenamiento actual, sin embargo, no es así, por eso, desde la Comisión Bicamaral del Sistema de Bibliotecas del Congreso, queremos sumar esfuerzos, incluso con la propuesta que ya se está trabajando en la Dirección General de Bibliotecas de la Secretaría de Cultura, por eso es vital contar con la opinión y la participación de los expertos bibliotecólogos y poder así dar un giro a la realidad que caracteriza a las bibliotecas en nuestro país, que permanentemente están batallando con la insuficiencia presupuestaria, falta de apoyo y difusión de sus tareas y los servicios que brindan al público.
Asimismo, tuve la oportunidad de realizar una visita a la Biblioteca Nacional de México, ubicada también en el campus universitario de la UNAM, que, dicho sea de paso, Ciudad Universitaria es Patrimonio Cultural de la Humanidad, símbolo cultural y arquitectónico en América Latina, que en su conjunto es una expresión que integra significantes de urbanismo, ingeniería, paisajismo y arte, proyectando nuestras raíces y valores, baste citar, por ejemplo, el mural de la Biblioteca Central, obra de Juan O’Gorman, llamado “Representación Histórica de la Cultura”.
Es así que la Biblioteca Nacional de México no se queda atrás. Ubicada en el circuito del Centro Cultural Universitario, esta biblioteca es depositaria de la obligación de depósito legal y en este recinto se alberga la memoria bibliográfica de nuestro país. Fue creada por decreto del entonces vicepresidente Valentín Gómez Farías en 1833, sin embargo, sería hasta 1867, con el presidente Benito Juárez, que se concreta su creación definitiva. Fue ubicada en el antiguo templo de San Agustín, un edificio barroco del siglo 17 en el Centro Histórico de la Ciudad de México y su primer director fue José María Lafragua. Los acervos de la Biblioteca se constituyeron de los fondos bibliográficos de las órdenes religiosas y cuenta además con su fondo reservado con obras impresas y manuscritas que datan de los siglos 16 al 20.
Por otra parte, la Biblioteca Nacional resguarda el Fondo Contemporáneo, que incluye ejemplares electrónicos o digitalizados. Sin embargo, hay que decirlo, la joya de la corona reside en el resguardo de obras incunables, impresos europeos y mexicanos; también se encuentran archivos de escritores no solo en español, sino en latín y lenguas como el náhuatl o maya, por todo ello la Biblioteca Nacional de México es el repositorio bibliográfico más importante del país y su acervo es de un valor universal invaluable.
Cabe destacar que México fue el primer asiento de la imprenta en América, así que cuando me refiero al resguardo de “incunables”, se trata de libros que fueron editados en la primera imprenta, de 1450 a 1500. Sí, la de Gutenberg. Hay que recordar que en aquella época no se manejaba la producción en serie, por lo que en los primeros 50 años desde su creación, se habrán fabricado poco más de un millar de imprentas y una de ellas, la primera en llegar a América, fue la de México.
Una característica de los incunables es que no cuentan con portada, sin embargo, sí se incluían datos básicos del libro, como el nombre del autor, lugar y fecha de impresión y el nombre del impresor, de modo que este es el tipo de ejemplares que se resguardan en la Biblioteca Nacional.
En 1929, el Gobierno federal determina que la Biblioteca Nacional pase a resguardo de la -en ese entonces- Universidad Nacional de México, y más tarde, en 1936, se expide el Decreto de Depósito Legal, que establece la obligación de los editores de todos los estados y territorios de la República de entregar dos ejemplares de libros, periódicos y revistas a la Biblioteca Nacional. Posteriormente fue separado el acervo hemerográfico y depositado en el extemplo de San Pedro y San Pablo, en 1944, conocido como El Carmen, creándose la Hemeroteca Nacional de México.
Más adelante, con el traslado del Centro Histórico de la Ciudad de México al nuevo campus central universitario, de las escuelas y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México, se creó, bajo el entorno del Subsistema de Humanidades de la UNAM en1967, el Instituto de Investigaciones Bibliográficas, a través del cual, por legislación universitaria, se deposita la administración de la Biblioteca y Hemeroteca nacionales.
Poco más de 10 años más tarde, se cristaliza el proyecto de traslado de la Biblioteca Nacional y la Hemeroteca Nacional a la zona cultural en Ciudad Universitaria, y en 1992 finalmente se inaugura el anexo construido para albergar el Fondo Reservado, del que les he platicado.
Es así que podemos entender la importancia y trascendencia de la Biblioteca Nacional de México, creada para el fin exclusivo de resguardo de la Bibliografía Nacional y consolidada a su vez a través del Depósito Legal.
Gracias a la Biblioteca Nacional de México, podemos contar con el testimonio histórico impreso de obras de valor incalculable, lo que requiere en su manejo un grado de especialización muy avanzado, a diferencia de la Biblioteca Pública. que no es menor en importancia, pero sí diferente en cuanto a la información que resguardan y manejo que requieren, como el caso de la Biblioteca Nacional de México, de la que anteriormente ya les he compartido algunas reflexiones, y así también las bibliotecas escolares que se caracterizan por sus acervos, seleccionados para satisfacer las necesidades del estudiantado de nivel básico, medio y medio superior, distinguiéndose de las bibliotecas universitarias, naturalmente enfocadas a las necesidades de información y conocimiento de los universitarios. También tenemos las bibliotecas especializadas: podemos citar aquí, por ejemplo, las de los institutos de investigación. Todas ellas constituyen sistemas o subsistemas diferentes que deben considerarse de manera detallada y exhaustiva en el análisis para su legislación y correcta armonización con el marco jurídico relacionado.